miércoles, 14 de septiembre de 2022

SIN PODER SER…

¿Quién me lo iba a decir a mí? Aunque ya el año pasado comencé a “vivir” el mal sueño de no poderte llevar; esperaba, quizás de una forma infantil e ilusa; que dicha situación hubiera revertido ya este año… 
Pero no puede ser, Madre; y he de comenzar a acostumbrarme a esto de “ser, sin poder ser”. Y de mi corazón brotan los recuerdos de más de un cuarto de siglo; y las lágrimas no me impiden ver cada año, cada vez, cada giro, cada levantá, cada paso siendo tus pies… 


Y un suspiro me trae aquella primera vez… Aquella madrugada en la que te ví en lo alto de unos hombros que yo conocía. Aquella madrugada me deje llevar por el mágico misterio que se anidaba en mi corazón casi sin darme cuenta; poco a poco, sin violencia alguna; ganando cada centímetro del mismo con la dulzura que de tus ojos emanaba. 




Yo estaba absorto, con los ojos clavados en aquellos pies que te llevaban; con la emoción de quien descubre la verdad por vez primera; intuyendo una oración en cada paso, a cada mecida. Y ocurrió lo inevitable; Madre; y levanté mi mirada para posarla en tu cara… Y el alba se detuvo; la noche se negó a rendirse; y mientras el corazón se agitaba con el compás de una campana y el alma se serenaba con las notas de un violín; pude oír la voz de tu hijo; Madre:

 - “Es él, Madre. Dile que venga; dile que aquí tiene su sitio esperándole” Sin saber muy bien si lo que estaba sintiendo era realidad, o era un sueño; o era esta adormecida imaginación mía que a veces se dispara; tan solo acerté a decir
 - “El año que viene yo estaré allí abajo; a tus plantas” …

 Y sin temor a que me tachen de loco, juro que te vi  sonreir; Madre; y que te escuche, cuando mirabas ya a la avenida que ahora lleva tu nombre y me susurrabas: “Lo sé; y te espero”.
 ¿Recuerdas Madre?...





Al año siguiente me puse a tus plantas por vez primera para ser tus pies. Los que me acogieron y me ayudaron para ser uno más; me daban ánimos y trataban de calmar al nuevo costalero. La emoción venció a los nervios momentos antes de emprender un viaje que ha durado más de un cuarto de siglo…




 ¿Sabes Madre?; he tenido mucha suerte de poder ser y estar todo este tiempo. Han cambiado algunas caras; el destino nos ha impuesto algunas ausencias muy dolorosas; algunas veces se nota que ya se peinan canas… Pero hay algo que no ha cambiado; hay algo que sigue manteniéndose todo este tiempo. Madre Mía del Rosario; tú ya sabes a que me refiero. Te hablo de tus “Angeles Costaleros” y su AMOR para contigo… Te hablo de algo que he aprendido, que he sentido, que he visto año tras año en todos estos otoños compartidos. Esa oración convertida en suave mecida; ese tenso pero calmado mar de camisas blancas; ese saber hacer de unos y esas ganas renovadas de otros.



Podría contarte mil historias; Madre; mil anécdotas que TÚ ya conoces; pero nada de esto tendría sentido sin ti; Virgen del Rosario; pues eres el espejo donde tu pueblo quiere mirarse; la fuente donde tus hijos quieren calmar su sed. ¡Como ha pasado el tiempo! ¿Verdad, Madre?

 Mi alma guarda esos momentos que tú y yo hemos compartido; esos momentos en los que suplicaba la protección de tu manto; esos momentos que entre TÚ y yo quedan para siempre y que considero parte de mi vida y de mi propia historia, algunos de ellos recogidos en imágenes año tras año… 



Siempre te agradeceré esos otros momentos que no se ven; los que se sienten y se viven en silencio… ¿A que ya sabes a que momentos me refiero; ¿Madre mía?; Si, son esos momentos que van dándole forma a un libro que nunca se editará, esos pequeños detalles que sé que son de tu agrado, quizás porque pasan desapercibidos para la mayoría; pero que a los protagonistas llena de esperanza, de alegría…. Ya sabes, Madre, que hablo de cosas sencillas y simples; actos que se visten de silencio; momentos en los que no hace falta articular palabra; ¡¡¡ Situaciones en las que estas tan presente, Madre del Rosario!!!






Tú ya lo sabes; bálsamo y consuelo; aunque quizás le extrañe a propios y extraños; de estos Otoños me quedo con esos momentos antes que con otros más “llamativos”; y recuerdo a esa persona que te mira con lágrimas en los ojos y se acerca al costalero para decirle “Gracias”; porque ordenastes parar en la puerta del familiar enfermo; y me quedo con esa mano temblorosa y cansada por la lucha contra una enfermedad, que recoge esa flor que segundos antes embellecía tu trono mientras veo en sus ojos un agradecimiento descomunal… 
“Dáselas a ELLA”, - le digo… 






Me resulta imposible plasmar tantos momentos vividos a lo largo de todos estos años; pero TÚ sabes bien a los que quiero referirme, ¿verdad, MADRE?. Si, son todos esos en los que estás presente; esos en los que tuve un papel de testigo directo; todos esos que tuvieron protagonistas anónimos y que no veremos en las fotos; aunque bien sabemos TÚ y yo que alguna se hizo… 

 Por TI, MADRE; y por tod@s ell@s; han merecido la pena los otoños de camisa blanca; páginas de oro en el libro de mi vida…




                  


 Ahora; cuando el no poder me deja sin volver a ser, busco las fuerzas y las ganas de “reinventarme” en el amor de Vanessa, de Jesús y de Elena; en los abrazos de l@s amig@s y los ánimos de l@s compañer@s; en la blanca camisa que quiero volver a empapar mientras siento su escudo en mi pecho, en la vieja medalla que volverá a relucir; en el ritmo sereno que la eterna campana viene marcando a lo largo del tiempo, en las notas arrancadas a las almas de cada instrumento; en el eterno sonido del roce de los pies de ELL@S cuando te portan y te llevan;  y ante ti me presentaré,  sabiendo que todo ocurre por un porqué y queriéndome convencer de que en esta historia compartida nos   queda mucho por hacer, vivir, y conseguir… 



 Y de nuevo te pido; Virgen del Rosario; que escuches a quien te llama; que seas de nuevo su bálsamo y consuelo…y para mí… para mí solo te pido las fuerzas para poder aguantar “sin poder ser…mientras me muestras el camino para, de alguna forma, “volver a ser….





NOTA:
Muchas Gracias a quienes siempre han compartido sus fotos conmigo; especialmente a José Mari Rodríguez, que siempre está ahí para ayudarme...
Y como no, a Pipo, Rafael Cortés, Paco Cassá, Fernando Rodríguez, J.P. Lorenzo y a todos los que con sus cámaras captan no solo imágenes, si no sentimientos y emociones que guardamos para que sean nuestros recuerdos.... Y mi recuerdo emocionado al AMIGO Y MAESTRO Carlos Rojas, que tan presente sigue estando en nuestros corazones. Él vivía  y compartía estos momentos con mi misma alegría...





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