De nuevo; este año, podeis encontrar unas letras mias en el programa de La Virgen del Rosario.
Estas letra están escritas desde el RESPETO Y EL CARIÑO. Espero que os guste:
Y DE NUEVO AMANECÍA…
Poco
a poco la noche se iba preparando para despedirse y dar paso de nuevo al alba.
En
la casa solo se dejaban notar los susurros apagados que emergían de la
habitación y que escapaban por debajo de la puerta, …
-
“¿Y porqué os ponéis
esa ropa, Papá?
-
“La ropa es lo de
menos, hijo. Es esta como podría haber sido otra”
-
“Pues a mí me gusta
cuando os juntáis al lado de ELLA y se ven todas las camisas blancas”
Mientras
terminaba de abrochar los botones de la camisa y pasaba la palma de su mano por el escudo del
pecho se le dibujó una sonrisa en la cara recordando que él mismo había pensado
muchas veces lo mismo…. Le gustaba ver aquellas fotos donde un mar de camisas
blancas se acercaba a ELLA, casi que se podía decir que pareciese que buscaban abrazarla y crear una barrera a base
de sentimientos y corazón…
-
“¿Y pesa mucho,
Papá?; preguntaba mientras se restregaba los ojos semicerrados.”
-
“Bueno, a veces sí
parece que pesa, hijo mío; pero entonces te veo alrededor del paso y ya no
pesa”
-
“¿ Si ?.... ¿ Y
cuándo era más pequeño y no iba, que?.”
De nuevo tuvo que reprimir la risa; y lanzando un suspiro le
contesto al pequeño:
-
“ Entonces cierro los ojos, hijo mío. Cierro los ojos y empiezo a mirar con el
corazón. ¿Sabes?, cuando se mira con el corazón se ve todo, mi niño. Y yo veo
como ELLA me llama a cada mecida, me sonríe en cada paso, me habla en cada
“levantá”…
-
“¿ Y yo como puedo mirar con el corazón, papaíto?”
-
“ Teniendo FE, mi vida; teniendo fe en ELLA y en
el pequeño que lleva en brazos. Dejando
que su cara llene de aire nuevo tus
pulmones a cada mirada; respetándola y queriéndola como a mamá.
Acudiendo a ELLA no solo cuando algo va mal; si no que también cuando sientas
que todo va bien, tendrás que darle las gracias porque ten por seguro que ELLA
habrá intercedido para que seas feliz…”
El pequeño asentía con la cabeza aunque no entendía del todo
lo que su padre le contaba casi susurrando…
-
“¿ Y qué se siente, Papá?. ¿Qué se siente al
llevarla en tus hombros?”
-
“No tengas prisas, pequeño…. Ya lo descubrirás…”
-
“ Pero quiero saberlo”.
Cogió al pequeño en brazos y se acomodó en la pequeña cama.
Mientras se movía adelante y atrás, como hacía su abuela con él cuando le
cantaba nanas; le iba acariciando el pelo…
-
“Se siente mucha alegría. Se siente el peso de la
responsabilidad de llevar a la reina de la Mina en tu hombro. Se siente el
cariño y el calor de quienes la llevan contigo.
Se
siente la pena de quienes le rezan buscando bálsamo y consuelo para la pena que
les hiere el alma.
Se
siente el peso del tiempo, de ese tiempo en el aquel sueño se fue convirtiendo
en una realidad de profundas raíces.
Se
siente como el corazón late con fuerza al oír las voces de La Esquila tras de
ti, tras de ELLA. Sientes renacer las agotadas fuerzas cuando la banda toca
como nunca, como siempre.
Sientes
muy cerca a quienes ya partieron y te miran y cuidan mientras se cobijan bajo
su manto celestial.
Sientes
la inmensa dicha de rezarle caminando; de entablar una mística conversación con
Nuestra Madre María que calma y reconforta.
Sientes
y comprendes el porqué de muchas cosas, encuentras la respuesta que no
hallabas…”
Con la mirada casi perdida en sus recuerdos se dio cuenta de
que el pequeño volvía a quedarse dormido mientras él le contaba lo que había
sentido y vivido en estos años cuando acudía a la llamada serena que Rosario le
hacía.
Le quitó con cuidado la medalla que el niño aún sujetaba entre
sus dedos y le arropó con besos silenciosos. Y cuando ya se iba a marchar; el
pequeño le llamó:
-
“Papi; dame otro beso, rápido”
-
“ ¿Porqué tan rápido, pequeño?”
-
“ Porqué ya vienen a despertarme y entonces te
marcharas”
-
“Tranquilo mi vida, siempre estoy a tu lado. Tú
solo mira y búscame”
Aquella fue la primera mañana que vivió lo que en sueños le
habían contado; y sus inquietos ojos de niño se esforzaron por recordar y
aprender a mirar cómo le habían aconsejado. Y su pequeño corazón se inundó de
alegría al darse cuenta de que lo lograba.
Y el pequeño sintió el calor del amor y cariño de aquella
MADRE que le sonreía encima de un mar de
camisas blancas. Y aunque apenas tenía edad para comprender casi todo lo que
acontece, si fue consciente de que comenzaba a sentir todo aquello que antes
había sentido aquel que seguía siendo parte de su vida…. Y supo que tenía que
seguir mirando con el corazón justo en el momento que sintió en él el mismo
calor de la noche anterior…
-
“ ¿Porqué sonries, pequeño?”
-
“ Porque tengo mucha suerte, Abuelo”
-
“ Ah, ¿si?”
-
“Si. Yo no tengo Angel de la Guarda, yo tengo un
ANGEL COSTALERO”….
Y fuera; mientras la alegría y la tristeza se mezclaban con
las presencias y las ausencias, con la Fe y la Tradición, con la oración
transformada en música; mientras ELLA consolaba al que a su lado la mecía, de
nuevo amanecía…