lunes, 19 de septiembre de 2022

EN LAS NOCHES...

 Lo de Israel AgHe no tiene nombre!!! Otra vez me deja sin palabras con sus pensamientos escritos ( o cuando escribe lo que piensa)... Gracias Isra, por compartir sentimientos.

Dice Israel:

"En las noches serenas de otoño brota en sus calles un canto antiguo, retoño singular alumbrado por la fe de un pueblo que siente, vive, quiere y duele al compás de una esquila. Son notas que sobrecogen y arrullan, que calan hasta los huesos como el relente y abrigan como una manguara, que consuelan a los mayores y arrancan de la cama a los niños, pues aunque transiten de puntillas sobre el silencio, y por más que se pierdan entre monteras y pinares, a su paso despiertan ilusiones y ensueños, y desde las puertas las contemplan a veces pijamas menudos, abrazos protectores y ojos a medio cerrar. Porque la sangre llama, porque atrae el misterio, porque siempre hay más que ver. 


Pues de estos cantos, por ese milagro ancestral que nos roba la edad y que solo se entiende cuando se deja de querer saber, con sus ecos las calles se hacen ermitas y las plazas, celosas, se visten de pequeñas catedrales. Pero hay más que ver, pues de cubierta se hacen de un techo preñado de estrellas, artesonado celestial  sostenido por tenues hileras de arcos que se elevan como arbotantes y, siempre fieles a la campana, se alzan y caen al compás sin cesar. Para el rosetón atrapan a la Luna quien, con su resplandor, baña la bóveda donde nacen los murmullos y los cantos y, para su retablo, sencillo y huérfano de oropel, tejen un tapiz de compases y silencios que no precisa siquiera de imagen para significar tanto amor a La Madre. 


Estas catedrales del ensueño son tan leves, tan sencillas y fugaces que, lejos de sembrar temores o infundir respetos, remansan los fríos, aquietan los miedos y dan refugio y amparo contra los pasos perdidos con que nos tienta la vida. Son tan modestas son que por campanario tan solo tienen una esquila, tan ligeras que se elevan al cielo sin más necesidad de contrafuertes ni estribos, tan efímeras que se renuevan a cada paso, con cada verso, en cada compás. 


Son pequeños templos del alma, de los que no demandan siglos ni piedra, ni ambicionan visita ni envidian alturas, de los que solo se erigen sobre los campos de la inocencia y no precisan de otro material que la ilusión. De los que desaparecen cuando la esquila se pierde ya en la lejanía y el sueño se impone sobre esa bendita curiosidad que nos hizo, de nuevo, soñar con soñar."

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