viernes, 13 de mayo de 2011

YO FUI UN NIÑO DE LA VÍA GENERAL (19). Por Nicolás Chaparro González


Otro problema que surgía era los medicamentos. El médico comparecía sin medicamento alguno, por desconocer la enfermedad a tratar, por lo que una vez reconocido el paciente y extendidas las correspondientes recetas. Había dos opciones para conseguirlos lo antes posible, una llevarse el médico las recetas y recibir los medicamentos al día siguiente en algún tren o
desplazarse un familiar a pie al pueblo más cercano, en este caso a La Palma del Condado a una distancia de 10,12 ó 14 kilómetros, según la residencia del enfermo, convirtiéndose entre ida y vuelta 20, 24 ó 28 kilómetros.
Una población mal tratada y casi con toda seguridad humillada, no solo por los servicios médicos, sino por la propia Empresa, que teniendo medios más rápidos y eficaces para estos casos, no los utilizaba. Disponía de dos autovías con motores de gasolina y que podían desplazarse entre Riotinto y la estación de Manantiales en 40 minutos.

Este mismo servicio una vez visitado el enfermo y hechas las recetas, podía desplazarse a Niebla y en 40 minutos entre ida y vuelta, disponer el paciente del tratamiento correspondiente en un breve espacio de tiempo ya que, estos casos se daban con muy poca frecuencia.
Estas autovías estaban muertas prácticamente en Riotinto ya que, solo se utilizaba uno todos los jueves para viajar el Jefe del Departamento de Tráfico entre Riotinto y Huelva.





En el puente de Manantiales, haciendo limpieza de los derrames de piritas, el operario José García Millán, en la estructura metálica en su parte baja en una de las vigas U, resbaló y cayó de unos 10 metros de altura aproximadamente, fue atendido en el Hospital de Riotinto unas 8 horas posterior y fue trasladado con fracturas en la columna vertebral, en un medio impropio para un accidentado que se desconocía en principio la gravedad y manejado por compañeros que no tenían la más mínima noción de cómo tratar un accidentado. Estos accidentes se producían por la Empresa no facilitarle los medios de seguridad imprescindibles ya que, el valor humano parecía ser no importa mucho ya que, con 36 pesetas se podía adquirir en el mercado uno nuevo y joven.
La Empresa no solo, no facilitaba medios de seguridad a sus trabajadores en faenas de riesgo. Tampoco ropa, guantes, ni calzado de trabajo.
Los operarios de Vías y Obras, que sus labores consistían en trabajos a la intemperie en todo tiempo, tampoco se les facilitaban las ropas de agua correspondientes.
Cuando un operario, tenía que realizar un trabajo en zona de agua o barro y que podía ser en las limpiezas de las regatas de desagües en túneles y otros puntos, se le facilitaba un par de botas de goma, pero esas botas servían para los nueves operarios de la Brigada, en función que las necesitaran.
Todo tenía que salir de la mal trecha economía de las familias.





El salario de los operarios de Vías y Obras, entre los años 1.939 al 1.956, osciló en 7.50, 8.60, 12,50, 18.00 y 36.00 pesetas, siempre fue el salario mínimo y 7 días de vacaciones al año, ya metido en los años 1.950, se aumentaron las vacaciones a 12 días al año.
Los Empleados y administrativos, disfrutaban de mayores salarios y 25 días de vacaciones en el año.
Las viviendas carecían de servicios y luz, tampoco un lugar para depositar ningún tipo de residuos, el rio fue siempre el basurero. Las casas su distribución eran de comedor y dos habitaciones, por lo que no permitían separar los hijos de las hijas por mayores que fueran. Tampoco disponían de servicios, el alumbrado del que se disponía era con focos de carburo, a cargo de las familias.
Para amortiguar las malas economías existente en las familias y que en ocasiones se hacían imposibles.


Las familias, se veían obligadas a retirar a sus hijos de la escuela con 9, 10 y12 años, para dedicarlos a cuidar cabras o cerdos, propios y ajenos, paliando así un poco las economías.
Los operarios después de terminar sus jornadas de 8.00 horas y una vez llegado a sus domicilios, después de haber caminado entre uno o cuatro kilómetro, según el punto de trabajo, tenían que atender a un huerto o cortar leña en la sierra para hacer carbón vegetal y venderlo, se hacía cisco para utilizarlo en las calefacciones de sus propias viviendas. También se le dedicaba un tiempo a la Apicultura, produciendo miel en pequeña escala.

Un medio que también se utilizaba, era la caza menor furtiva, eran las únicas formas para poder tirar adelante.
En el kilómetro 47.800, el operario Cristóbal García Millán, circulando con una bicicleta, cayó de un muro de contención de la vía de unos 6 metros de altura y fue atendido 10 horas posterior en el Hospital de Riotinto y afortunadamente no con mucha gravedad.
En la estación de Las Cañas kilómetro 56, un operario de Vías y Obras Pedro Mosqueda, manejando una escopeta de caza, se le disparó y la mano derecha prácticamente se la dejó eliminada y sufrió una espera para ser atendido de unas 9 horas, fue posteriormente atendido en el Hospital de la Empresa en Riotinto.



En el kilómetro 51.300, el operario Pedro Chaparro Ruiz, también circulando con una bicicleta por el lugar, cayó del muro de contención de unos sietes metros de altura, afortunadamente al caer al agua del rio, no sufrió gran cosa.
En la Pasada de Las Cañas kilómetro 55, se ahogó una pequeña en el rio, de 11 años de edad y se creó un gran drama para la familia, como es de esperar y el drama se multiplicó mucho al caer la niña en el centro del rio y justo en este punto se encuentra la frontera de los términos municipales de Zalamea la Real y Berrocal.



Al tener que intervenir los dos Juzgados, el problema se prolongó mucho, dado el caso que la Empresa para este caso no facilito medios de locomoción alguno, por considerar no tratarse de un problema que le afectara a sus responsabilidades, para el desplazamiento de los respectivos Jueces. Después de la discusión de los Jueces para ver donde había que conducir el cadáver. Una vez que decidieron que fuese a Berrocal de donde era hija, se encontraba la familia sin medios para transportar el cuerpo a Berrocal y fue en último lugar ante muchas súplicas, la Empresa accedió a autorizar el traslado del cadáver en un tren hasta la estación de Berrocal.

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