jueves, 27 de marzo de 2008

PASEANDO CON SOLEDAD "1" ( ESCRITOS Y REFLEXIONES DE MAYORRE)

Ganas tenía yo, queridos amigos, de poner EN EL BLOG estas conversaciones de Pedro Real ( MAYORRE) que el mismo nos pone en el foro . Y eso es lo que os pongo a continuacion. Gracias Pedro.

Preferiría comenzar con la estrofa de aquella canción, creo de los años 60, popularizada por el grupo “Los tres sudamericanos” que sonaba: “Paseando mi soledad por las playas de Marbella”.

A cambio, en mi particular caso, esta mañana, esa invitada y fiel amiga, soledad, la paseo y disfruto de su silenciosa compañía sólo escuchando el sonoro lamento producido por nuestro pausado pisar, sobre las inertes y rugosas hojas que, cual figurada y mullida alfombra, nos ofrecen a costa de su desnudez, los agitados árboles ya casi impúdicamente desnudos, ante la inclemente y próxima estación.
Distinta la realidad, como también lo son, los lugares geográficos por el que discurre nuestro caminar. Sí. Pluralizo para no olvidar a mi discreta compañera.
A tempranas horas, nada que ver en el poco concurrido y cuidado parque de la urbe castellano/ manchega por el que nos movemos, con las tostadas arenas de la andaluza costa. Pienso que, aún sin semejanza, ambas tienen peculiares atractivos. Y, ¡claro, que los tienen¡.
Con obligado mutismo, ante la sorpresa, nos hemos impuesto ¿cinco?,¿diez?...no sé cuantos minutos de quietud, al contemplar ¡por tercera vez, en años! el nervioso desayuno de una pareja de.. ¡¡pájaros carpinteros!!

Si subyugante es la contemplación de la naturaleza en el mar, no es menor la que, a veces nos brinda, para deleitarnos con el colorido revolotear de esta escasa especie.
Paciente, mi inseparable soledad, ha permanecido estoica compartiendo esa atenta observación, impuesta por mi insatisfecha curiosidad, a sabiendas que no será la única intimidad que habremos de compartir bajo la caricia del tibio sol de otoño.
Finalizado el frugal yantar de tan preciosas aves, hay que reanudar la placentera marcha para retardar una ¿incipiente artrosis? de rodilla que, inmisericorde con los años, no pospondrá su indeseada visita.
Es entonces, cuando esa fuente de paciencia, mi elegida soledad, sufrida depositaria de personales confidencias, recibe con admirable serenidad todo un cúmulo de cavilaciones, reflexiones y dudas, semejantes a las concitadas en cualquier humano ser.
No pueden ser ajenas, por omisión, rememorar recientes o pasadas exposiciones, colgadas en los leídos foros de Rio Tinto, deglutiéndolas sin llegar a digerirlas pero, difíciles de asimilar pues, tal es mi confesada incapacidad.
certificación

¡Cuan iletrado soy y, lo peor de mi, es que a estas alturas de la vida me es imposible sacudir el duro corcho que me cubre¡…¿Por qué no tendré la mínima lucidez para comprender el alegato contra las religiones en general y, en lo tocante a la católica, en particular, que abandera el compañero “losvacies”?. ¿Cómo hacer para entender posicionamientos tan antagónicos al compararlos con los igualmente expuestos por Paisana, Carocalo y otros a los que asiste la fe en la doctrina católica, tanto como fuertes y cuantiosas son las preguntas que formula el primero de los citados foreros?.Ambas posturas son interesantes y no dejan indiferentes a quienes, siendo bautizados ó admitidos en cualquier religión a corta edad, determinada previamente por sus tutores, les crea algo de complejidad el no haber podido optar, alcanzada plena racionalidad, a distinta confesión en la que inicialmente fueron encuadrados.
Bien es verdad que, al menos en la Iglesia Católica, existe un paso más definitivo cual es, la Confirmación. Aún así, puede plantearse si para esta certificación –de rango sacramental- debiera ampliarse la edad y con ello la madurez para su refrendo.


¡Mira, soledad, algo insulsa sí que eres¡ Aunque sea con bajita voz…!Háblame, que no voy a descubrirte sin descubrirme¡ A ver: Sin estar remotamente en posesión de la “gracia” a la que nos estimula y recomiendan los Ministros católicos, ¿Podríamos renunciar a donar al prójimo nuestra propia sangre, en caso de auténtica necesidad?. Me temo, invisible compañera, que sólo por la vanidad de imitar a Quien la dio, (¡cosa extraña, sin cobrar un céntimo¡) hace apetecible la opción de pertenecer a la Institución que acoge y lidera tan sublime proceder.
Por supuesto, asimilando la inevitable pertenencia a dicha Institución, (como cualquier otra nutrida por humanos), de que militen en ella miembros, con deplorables conductas que, en mayor o menor medida, la dañan. Como así mismo, valorando el activo que representan muchos de sus ejemplares y sacrificados servidores.
No te es oculto que en mis ya lejanos años jóvenes, fui –como travieso monaguillo- “enemigo de Dios….pagado por su Iglesia”. De aquella etapa, quedaron anécdotas de las que me arrepentí pero, permanecen otras de las que no puedo hacerlo porque anularían un trocín muy divertido de mi vida, del que me niego a prescindir. Sé que Dios, en su infinita misericordia, si no perdonar, se hace el distraído.
Ante este galimatías que bulle en mi poco centrada “olla”, ¿sabes? ¡Cuánto daría por aportar algo positivo al debate de tantos(as) inteligentes compañeros implicados en él¡...-
¡Créeme¡. No es fácil tragarme mi tosquedad. Te lo confío, porque me conoces a fondo y, sé que, al menos, inseparable amiga, nada saldrá de ti.
Pero, ¡bonita¡. Eres tan poco conversadora que, en ocasiones, chocas. ¿Ni siquiera deseas estimular mis comentarios acerca de las amargas realidades de “Tan solo una carta” que, anónimamente suscriben generosos padres, a sus hijos, desde su cómoda y postrera Residencia?. ¡Tunanta, no me tires de la lengua¡.Eres ladina hasta en tus calculados silencios y, bien sabes que, todo lo vertido en ese inocente papel es demasiado fuerte, como para pasar de puntillas sobre su contenido. Pero, te digo:
Siendo y percibiéndola como de la más fina sensibilidad, esa generosa comprensión que sólo los padres saben administrar, resulta inenarrable la súplica que subyace por obtener, a cambio, sólo un poco de filial cariño.
Con todo, la pareja de ancianos son, comparativamente, un poquitín más afortunados que otros contemporáneos a ellos, que no pudieron complacerse, ni una sola vez al mes, de acariciar doradas cabelleras de nietos y aún besar a los hijos que, muy de antemano, les habían borrado de sus equivocadas vidas. Y, es que creo, querida sole (perdona, eres tan íntima, que no me limito a tutearte. También te mimo con un diminutivo) que la crueldad no conoce límites ni techo.
Bueno. Prosigamos nuestro paseo y, por favor, no me quites parte de este sol mañanero con tu pesada sombra.



--------------------------------------------------------------------------------
Real-1

No hay comentarios:

Publicar un comentario