lunes, 15 de agosto de 2011

YO FUI UN NIÑO DE LA VÍA GENERAL (24). Por Nicolás Chaparro González

LOS ACCIDENTES EN LA VÍA GENERAL
Los accidentes con resultados de muertes y otros, producidos en la Vía General a lo largo de su historia que tengamos conocimiento. Seguro que se quedaran muchos por comentar ya que, por falta de información no se puedan incorporar a este triste listado.
Hay varios accidentes que no se ponen fechas de cuando ocurrieron ya que, se desconoce las mismas, pero los accidentes ocurrieron tal y como se describen a continuación:
Kilómetro 43. Este punto se encuentra a medio camino entre la estación de Manantiales y la de Gadea, en un lugar llamado “La higuera” El día 7 de febrero de 1.900, descarrila la locomotora de un tren y varios vagones, el resultado fue el fallecimiento del maquinista y dos guardafrenos.
Trinchera de Palomo, este punto también se encuentra a medio camino entre las estaciones de Berrocal y Las Cañas. Por el desprendimiento de parte de la trinchera en época de lluvias.
La locomotora de un tren, se empotró en el escombro y murieron su maquinista, el fogonero y un guardafrenos.
Estación de Las Cañas. El día 1 de enero de 1.888, una gran crecida del rio, llevó el nivele del agua a un metro de nivel en edificio de la estación, derruyendo el andén y la playa de las vías. El día 7 de Diciembre de 1.911, un tren procedente de Riotinto, a su entrada en la estación de LAS Cañas, descarrila su locomotora y varios vagones, murieron su maquinista, el fogonero y un guardafrenos. El día 17 de Febrero de 1.948, tren nº 17, remolcado por la locomotora tipo K. nº 114, con un tren procedente de Huelva, descarrila su locomotora en el cambio a la entrada de la estación de Las Cañas y varios vagones, con el triste resultado de la muerte del maquinista Eloy Caballero, el fogonero Ramón Velada y el guardafrenos Manuel López.




En la estación de Las Cañas, fue donde se produjeron más acontecimientos desgraciados con resultados de muerte.
Anteriormente al descarrilo del día 17 de Febrero de 1.948, en la estación de Las Cañas. Un alto cargo del Departamento del ferrocarril, había manifestado en un descarrilo que afortunadamente no hubo desgracias personales. Qué pena de tantos vagones destrozados, nunca le toca al jinete, siempre al caballo.

Al parecer se refería a los descarriles producidos sin desgracias personales.
A esta desafortunada e injusta expresión, Manuel Martín Vázquez, natural de Aracena y desde los cuatro años viviendo en Nerva, le responde con un poema que se describe con el nombre de Las Cañas del Berrocal.

LAS CAÑAS DEL BERROCAL


“Dicen que mi guardafreno
tiene la vida en un hilo;
si la tiene o no la tiene,
guardafreno es mi marido.
¡míralo por donde viene¡
Potros carriles de acero
Por duras tuercas domadas
Trotan riberas azules
De limpio carmín estático.
Intrépido guardafreno
Corta la marcha a codazos
Y arroja al paso a nivel
La cola de su cigarro
La moza, con la bandera
Saluda gozosa el transito;
El fogonero abre el grifo
De vapores abrasados
Que extienden blondas cortinas
De flecos deshecho, áureos.
Marcha el tren majestuoso,
Con movimientos exactos
Que regulan las agujas
De relojes matemáticos
En una junta insegura
Pega el carretón un salto
Abandona el carril
Para triturar guijarros;
Detrás de aquel salto otro
y….detrás del otro, varios
salvándose el personal
sin duda por milagros
Mal humorada la técnica
Dice, soberbia, en el tajo:
¡que lastima de unidades¡

¡Cuánto vagón destrozado¡
¡nunca le toca al jinete¡
¡siempre al caballo¡
En las cuadras de cochera
Un tren doce se ha formado
Con siete bravos jinetes
Para sesenta caballos
El equipo es como todos
Los que salen a diario:
Valiente, voluntarioso,
Competente, denodado.
Gallarda locomotora
Devora hectómetros rudos
Silbando puentes veloces
Y túneles encorvados,
Ganando, sin gran esfuerzo,
. La meta del muelle alto.
Logra la estación de onuba
Con pulso recalentado
Donde le dan de beber
Y un minuto de descanso.
De nuevo prende la marcha
Desandándose lo andado
Para llevar a la mina
Buen material y cansancio.
Pero falta el trayecto
Fatigoso y apretado
Entre montañas ciclópeas
Y taludes abismáticos.
En las altas madrugadas
Arriba el tren jadeando;
Las estaciones, dormidas.
Guiñan faroles al paso.
Una lengüeta entre abierta
Un tope mal ajustado

Una biela retorcida,
Un vagón atravesado…..
Precipitan la tragedia
Con la precisión del rayo.
Cesa el fruc-fruc del chispero,
Salta la llanta al espacio,
Brincan vagones circenses
Como tigres escapados
Para morder en las carnes
Del jinete derribado…..
¡que ha sido entre dos aceros
el corazón estrujado¡
Gallarda locomotora
con el vientre destrozado,
gime, agónica, en el suelo,
el dolor de su fracaso,
¡porque los potros carriles
subieron a su penacho
a vengar en un instante
el rencor de muchos años¡
Hermano Eloy caballero,
Maquinista licenciado;
Posó la sien en la brasa
Y allí quedó calcinado.
Ramón Veleda, tu bigotillo
Secó vapores de llanto,
Como una esponja de nubes
Para elevarte muy alto.
Manuel López, guardafreno
Ya no se hielan tus manos
En las noches decembrinas
En la cuesta de El Manzano:
¡Que tienes en Berrocal
tu tumba y tu jaramago¡
La técnica satisfecha,
Duerme tranquila en el tajo,
¡¡porque han muerto tres jinetes
a los pies de sus caballos¡¡
Al terminar la Elegía flota en el espacio aún
Como un sollozo de fuego, el eco de los dos
Últimos versos del cantar inicial, modificado el
Postrero.
Guardafrenos es mi marido
¡¡¡ Míralo que suerte tiene¡¡¡
Manuel Martín Vázquez
(La gruta de las Maravillas.)

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