martes, 27 de mayo de 2008

TAMBIEN LO FUI YO .........

RESPUESTA DE MAYORRE A "CONFESIONES DE UNA CASA MINERA ABANDONADA"
(FOTO: Fachada delantera Casa Consejo, extraidas de http://portaeinferi.iespana.es/)

¡También lo fui yo¡. Aunque relativamente cercana a ti y casi de tu misma edad pues nací en 1883, sobre escoriales que cimentaron mi fortaleza, basada en la solera de esos inaprovechables restos de ricos metales, ya extraídos, que antaño sirvieran para acuñar romanas piezas de plata y cobre, estimulando a los habitantes de mis recios muros a emprender, con indisimulada avaricia, el camino que pretores y centuriones transitaran siglos atrás.

¡Es más de lamentar pérdida y olvido, cuanto más grande se es¡. Ahora, vieja y desvencijada, como anciana decrépita, sólo algún que otro lugareño con bastante edad, me podría recordar…Ya nadie memoriza mi nombre que, con casi unción, antaño se pronunciaba. ¡Sí¡; me llamaban “La Casa de Consejo” y para muchos, “La Casa Grande”.

Confieso que no fueron humildes, como en tu caso ocurriera, los habitantes que albergaron mis nítidas paredes, donde a diferencia de las tuyas, prendieron las fotografías de cada General Manager que me disfrutó, al igual de curiosas pinturas de cacerías del zorro en la inglesa campiña, prestando color y placenteras vistas a suntuosas habitaciones dotadas con finos muebles de caoba en sus salas de estar sobre las que reposaban fruteros, candelabros y bandejas de plata, alternando con delicadas figuras de porcelana de Worcester.

Si confortable era la estación invernal, mitigados sus rigores por encendidas chimeneas, avivadas con leña de encina y carbón mineral, no lo era menos la estival, a cuyo frescor contribuían, además de mis densos ventanales cubiertos de mosquiteros, la humedad que subía desde el cuidado parque con su correspondiente estanque, bañando a nenúfares y semitropicales plantas. El silencio era sólo interrumpido por las aspas de antiguos ventiladores y el piar de mirlillos, abubillas y gorriones que acudían a su arboleda.

Desde la terraza, espaciada por clásica veranda de estilo colonial, trepaban, entrelazándose con el verdor de la hiedra, madreselvas y azuladas flores de campanillas.

¡Qué impresión causaría mi aspecto exterior al visitante que, la mismísima Concha Espina, se maravilló de él¡

No creas que quiero alardear ante ti. Pero debes entender que había entonces, como igualmente hoy las hay, diferencia de clases, muy acusadas en nuestro gremio de edificios. En tanto tú, cobijabas a familias mineras, yo lo hacía al no va más de la escala social. Así, eran muy frecuentes las cenas, no servidas después de las 7,30 p.m., a diez ó 15 invitados del inquilino de turno. Los pasillos que conducían desde el hall al dining room veían recorrer a rubios extranjeros embutidos en smoking, luciendo corbatas sobre camisa y cuello almidonado, en tanto sus féminas acompañantes, se tocaban con algúna que otra diadema de dudoso gusto y joyas de relativo valor. De todo había.

Si de ordinario era la concurrencia de personas del entorno, especialmente se mimaban atenciones cuando la Comisión del Consejo realizaba su visita anual. El Board of Deputation tenía semejanza con lo que puede ser, -valga como impía comparación-, a la Santísima Trinidad de visita en las propiedades mineras. Sin duda, los 4 ó 5 consejeros de la Compañía, ostentaban el poder de premiar ó castigar a quienes a su juicio lo mereciese.

En tanto soporten mis muros, la empenachada cúspide que sostenía las dos astas para que ondeasen las enseñas españolas y británicas, recordaré la estancia de Lord Milner, el 29 de Enero de 1914, cuando tras ser recibido por el Rey, D. Alfonso XIII, llegó a RT a fin de proceder a la entrega de medallas de oro al equipo de rescate ocurrido en el incendio del Pozo Alicia. No se escatimaron gastos para atender a quien, entre otros importantes cargos, había sido Alto Comisario Británico en el Suroeste de Africa y Gobernador de la Colonia de El Cabo.

FOTO: Fachada Trasera Casa Consejo, extraida de http://portaeinferi.iespana.es/

Decenas de sirvientes, uniformados con cofias y delanteras blanquísimas, pulían mi look, a la vez que, desde Gibraltar, fueron allegados añejos whiskys escoceses y olorosos habanos, así como adquiridos en Jerez, los mejores caldos.

Eventos y visicitudes de variados tipos se gestaron entre mis muros, condicionando a toda la comarca pero no evitaron, a veces, escapar de la tragedia, una de las cuales hubo de sufrir mi primer morador, Charles Preebble, cuando su señora falleció, apenas terminada mi estructura, ignorando la causa por la que su cadáver fue trasladado a Huelva.

Con parecida tristeza se supo que Dª Ana Ravenna, ama de llaves de mis dependencias, sufrió un accidente cuando en compañía de un ordenanza y sirvienta regresaban en el ferrocarril desde Huelva. Aquél 6 de julio del año 1903, hasta mis cimientos se conmovieron, al meditar sobre la pérdida que particularmente acusaría el disminuido hijo, baldado de ambas piernas. Su origen portugués, de Madeira, endulzaba, como el vino de la isla, el afable carácter del ama.

En fin, ¡pequeña colega¡. Al menos tú tienes el consuelo de una mutante resurrección, después de sufrir olvido y derrumbe….Sin embargo, repara en mi sangrante caso y comprenderás mejor el dicho de: “Cuanto más alto, mayor será la caída”.

Ahora, introvertida en mi evidente agonía, escucho la clásica exclamación de curiosos y paseantes por mis alrededores, del inevitable, ¡Qué pena¡. Sin poder responder, -pues inertes seres somos- que ese sentimiento será mucho más pronunciado, cuando como a ti te ocurrió, sólo les sea permitido contemplar, únicamente, el vestigio ruinoso de mi brillante pasado..

Disculpa no pueda ocultar estos aires de soberbia grandeza con los que, durante años, presumí. Quizás, tan dilatado período de vanidad, me atrajo el castigo que ahora padezco, sirviendo de moneda de cambio, ó chantaje encubierto, a especuladores que, paradójicamente, no hablan en la lengua sajona con la que tan bien me fue.

Ya ves que rememorando el pasado de inquilinos y ruinas, tenemos mucho en común….

El duende de la Casa.-
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Real-1

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