viernes, 4 de abril de 2008

HEMEROTECA: UN NIDO DE ANARQUISTAS

Maximiliano Torner convirtió Riotinto en cuna y objetivo del movimiento obrero. Un articulo de Rafael Moreno publicado en Huelva Información.

El día 4 de febrero de 1888 colocó a Riotinto en la historia del movimiento obrero internacional aunque la mística revolucionaria prefiriese símbolos como la masacre de Chicago para fabricar su particular retablo de mártires.

Arturo Pérez Reverte busca en su 'Día de cólera' de 1808 las fuentes de la división española. Solo ochenta años después, lo que dura un telediario en términos históricos, España comienza a desgarrarse como un trapo debido a las desigualdades impuestas por un anquilosamiento social basado en el caciquismo y sustentado en la fuerza del Ejército.

Una muestra de esta España es la Cuenca Minera de Huelva, un lugar donde a finales del siglo XIX coinciden todos los ingredientes para que estalle en mil pedazos la frágil convivencia social. Caciques agrícolas, obreristas, anarquistas, socialistas y comisionistas del régimen cohabitan a duras penas. Un cóctel al que no le sienta nada bien el ambiente colonial que imponen los ingleses.

La Alianza de la Democracia Socialista del ideólogo Bakunin provocó una dura pugna entre los discípulos del ruso y el marxismo autoritario. Un episodio que hirió de muerte al movimiento obrero español. Una separación que dividió a los propios anarquistas en sindicalistas, revolucionarios profesionales y terroristas.

El líder anarquista Maximiliano Torner, el organizador de la huelga contra la Río Tinto Company Limited, optó por la facción sindicalista.

Ayudados por la tolerancia de Sagasta, los residuos de la Primera Internacional reaparecen en el congreso de Barcelona en 1881 para formar la Federación de Trabajadores de España. Esta facción fue desecha por la represión que siguió a 1884, año en que los terroristas de la 'propaganda por el hecho' iniciaron una oleada de atentados con bomba y asesinatos que alcanzó su cénit en 1890 con la bomba arrojada en el Liceo de Barcelona (21 muertos) y la procesión del Corpus (de sangre), desembocando en el asesinato de Cánovas. Un conservador que puso en marcha paradójicamente la única política de la época de acción social. Desgraciadamente para los mineros onubenses la cuestión social no triunfó hasta 1891.

Fue precisamente el horror a las bombas lo que llevó a la sociedad burguesa a reprimir todo conato anarquista.

El anarquismo enamoró a los braceros andaluces y arraigó en Barcelona y Andalucía. La teoría del reparto de tierras electrizó a las grandes masas, abonadas a la pobreza.

El anarquista era un hombre culto y fue el primero que habló y trató como ser humano al jornalero andaluz.

Maximiliano Torner se inspiró en la figura de Kropotkin. Su comportamiento austero y rodeado por un aura casi religiosa caló en la Cuenca Minera sus ideales que se resumían en la máxima del ideario: "Recuperar la dignidad perdida". Rápido en comprender y entusiasmarse, rápido en rendirse y desesperarse, así era el anarquista. Y ese espíritu quedó patente tras la masacre del Año de los tiros, la primera vez que el Ejército español disparaba a matar (civiles indefensos) y abría la veda del obrero.

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