miércoles, 13 de septiembre de 2023

EL ETERNO SONIDO DEL ROCE DE SUS PIES AL CAMINAR...

 El eterno sonido que vuelve a mi ser llegando estas fechas... El suspiro ahogado, el esfuerzo deseado, la música que emerge tras de ella... Y así podría seguir enumerando cosas y casos, rememorando lo vivido durante más de 25 años, con el único objetivo de intentar animarte a que seas un/a " ANGEL COSTALER@".

Seguro que has visto este anuncio:


Y quizás, solo quizás, has llegado a pensar en esa posibilidad por un instante… Por eso, yo te pregunto: ¿Y por qué no?; ADELANTE, no lo dudes.

Sinceramente creo que es una suerte el poder se COSTALER@ de la Virgen del Rosario. Si lo haces, si te animas, serás testigo de mil y una historia, sentirás el orgullo de quien la "acerca" a aquellos que le piden, que la esperan, sobre tu hombro portaras a la MADRE que vela por su pueblo, y también llevarás Alegrías, Tristezas, Fé, Oración y Tradición... 

Serás testigo directo de las miradas que se alzan, de los labios que susurran protección, de la historia pasada que renace en el presente, de ese futuro del que puedes formar parte, inmerso en el bravo mar de camisas blancas... ¿Y por qué no?

Te lo dice alguien que ha vivido y saboreado cada año como si del primero se tratase; uno que ahora se muerde las lágrimas por no poder ser, uno que tuvo que dar un paso al lado y ahora mira y admira a quienes tantas veces empaparon la blanca camisa junto a él... Uno que posa la mirada en ELLA para encontrar el refugio y amparo, el bálsamo y el consuelo, para sentir el orgullo de verla "allá arriba", en lo más alto de los corazones que la portan.

Sí, tú puedes ser uno de ELL@S, no lo dudes... Podría insistirte con muchas más razones; pero permíteme que, por si te sirve de acicate, recuerde aquí, ahora, junto a ti que me lees, algo que escribí y compartí varias veces. Lo hago con el ánimo de que te vuelvas a preguntar "¿Y por qué no?"...



"Y un suspiro me trae aquella primera vez… Aquella madrugada en la que te ví en lo alto de unos hombros que yo conocía. Aquella madrugada me deje llevar por el mágico misterio que se anidaba en mi corazón casi sin darme cuenta; poco a poco, sin violencia alguna; ganando cada centímetro del mismo con la dulzura que de tus ojos emanaba. 

Yo estaba absorto, con los ojos clavados en aquellos pies que te llevaban; con la emoción de quien descubre la verdad por vez primera; intuyendo una oración en cada paso, a cada mecida. Y ocurrió lo inevitable; Madre; y levanté mi mirada para posarla en tu cara… Y el alba se detuvo; la noche se negó a rendirse; y mientras el corazón se agitaba con el compás de una campana y el alma se serenaba con las notas de un violín; pude oír la voz de tu hijo; Madre:

 - “Es él, Madre. Dile que venga; dile que aquí tiene su sitio esperándole” Sin saber muy bien si lo que estaba sintiendo era realidad, o era un sueño; o era esta adormecida imaginación mía que a veces se dispara; tan solo acerté a decir

 - “El año que viene yo estaré allí abajo; a tus plantas” …

 Y sin temor a que me tachen de loco, juro que te vi  sonreir; Madre; y que te escuche, cuando mirabas ya a la avenida que ahora lleva tu nombre y me susurrabas: “Lo sé; y te espero”.

 ¿Recuerdas Madre?...



Al año siguiente me puse a tus plantas por vez primera para ser tus pies. Los que me acogieron y me ayudaron para ser uno más; me daban ánimos y trataban de calmar al nuevo costalero. La emoción venció a los nervios momentos antes de emprender un viaje que ha durado más de un cuarto de siglo…

¿Sabes Madre?; he tenido mucha suerte de poder ser y estar todo este tiempo. Han cambiado algunas caras; el destino nos ha impuesto algunas ausencias muy dolorosas; algunas veces se nota que ya se peinan canas… Pero hay algo que no ha cambiado; hay algo que sigue manteniéndose todo este tiempo. Madre Mía del Rosario; tú ya sabes a que me refiero. Te hablo de tus “Angeles Costaleros” y su AMOR para contigo… Te hablo de algo que he aprendido, que he sentido, que he visto año tras año en todos estos otoños compartidos. Esa oración convertida en suave mecida; ese tenso pero calmado mar de camisas blancas; ese saber hacer de unos y esas ganas renovadas de otros.

Podría contarte mil historias; Madre; mil anécdotas que TÚ ya conoces; pero nada de esto tendría sentido sin ti; Virgen del Rosario; pues eres el espejo donde tu pueblo quiere mirarse; la fuente donde tus hijos quieren calmar su sed. ¡Como ha pasado el tiempo! ¿Verdad, Madre?




Mi alma guarda esos momentos que tú y yo hemos compartido; esos momentos en los que suplicaba la protección de tu manto; esos momentos que entre TÚ y yo quedan para siempre y que considero parte de mi vida y de mi propia historia, algunos de ellos recogidos en imágenes año tras año… 

Siempre te agradeceré esos otros momentos que no se ven; los que se sienten y se viven en silencio… ¿A que ya sabes a que momentos me refiero; ¿Madre mía?; Si, son esos momentos que van dándole forma a un libro que nunca se editará, esos pequeños detalles que sé que son de tu agrado, quizás porque pasan desapercibidos para la mayoría; pero que a los protagonistas llena de esperanza, de alegría…. Ya sabes, Madre, que hablo de cosas sencillas y simples; actos que se visten de silencio; momentos en los que no hace falta articular palabra; ¡¡¡ Situaciones en las que estas tan presente, Madre del Rosario!!!

Tú ya lo sabes; bálsamo y consuelo; aunque quizás le extrañe a propios y extraños; de estos Otoños me quedo con esos momentos antes que con otros más “llamativos”; y recuerdo a esa persona que te mira con lágrimas en los ojos y se acerca al costalero para decirle “Gracias”; porque ordenastes parar en la puerta del familiar enfermo; y me quedo con esa mano temblorosa y cansada por la lucha contra una enfermedad, que recoge esa flor que segundos antes embellecía tu trono mientras veo en sus ojos un agradecimiento descomunal… 

“Dáselas a ELLA”, - le digo… 

Me resulta imposible plasmar tantos momentos vividos a lo largo de todos estos años; pero TÚ sabes bien a los que quiero referirme, ¿verdad, MADRE?. Si, son todos esos en los que estás presente; esos en los que tuve un papel de testigo directo; todos esos que tuvieron protagonistas anónimos y que no veremos en las fotos; aunque bien sabemos TÚ y yo que alguna se hizo… 

 Por TI, MADRE; y por tod@s ell@s; han merecido la pena los otoños de camisa blanca; páginas de oro en el libro de mi vida…"


Sabes, Amig@, yo ahora, cuando el no poder me deja sin volver a ser, busco las fuerzas y las ganas de “reinventarme” en el amor de mi mujer y mis hijos; en los abrazos de l@s amig@s y los ánimos de l@s compañer@s... Y en la blanca camisa que quiero volver a empapar mientras siento su escudo en mi pecho, en la vieja medalla que volverá a relucir; en el ritmo sereno que la eterna campana viene marcando a lo largo del tiempo, en las notas arrancadas a las almas de cada instrumento; en el eterno sonido del roce de los pies de ELL@S al caminar....

Y si tras leer lo que te he contado, algo en ti te hace dudar, hazte esta pregunta: ¿Y POR QUÉ NO?... Yo estaré allí, para darte las gracias y alentarte...





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