martes, 14 de octubre de 2014

"El agua de Corta Atalaya irá al Odiel si no se explota la mina de Riotinto"

EDITADO Y PUBLICADO EN HUELVA INFORMACION

Alberto Lavandeira en el "Muelle de Riotinto"
 
Alberto Lavandeira cuenta con un extenso bagaje en operaciones mineras: fue presidente y director general de Rio Narcea Gold Mines en España y más recientemente lideró el proyecto Mutanda, del grupo Efferton, en República Democrática del Congo. El gallego tomó en marzo las riendas de la mina de Riotinto, que el mes próximo vivirá un momento crucial. Porque Emed Tartessus, filial de la chipriota Emed Mining, espera culminar entonces el proceso administrativo. El proyecto de reapertura genera enormes expectativas de empleo y riqueza, a la par que escepticismo y temores medioambientales.

-Prevén depositar más de 120 millones de metros cúbicos de lodos -¿tóxicos?- en las balsas de las presas Cobre, Aguzadera y Gossan.

-De tóxicos nada. Son los residuos del tratamiento: una arena que es el mineral molido con los restos de lo que no se ha aprovechado de sulfuros de la misma roca que hay, pero sin que se le añada ningún producto especialmente tóxico, sino un espumante que es como un detergente para hacer que flote la pirita y la cal, al objeto de neutalizar la acidez de la roca. Nada más.

-¿Son seguras las balsas?

-Lo idóneo es visitar la balsa actual para que se quite el mito de que aquello es una balsa de lodos como en las películas de Tarzán, hundiéndote en las arenas movedizas. Si ahora mismo quisiéramos abrir un agujero de más de un metro de profundidad en la balsa, ni siquiera con una retroexcavadora lo conseguríamos, para que se vea lo consolidado y macizo que está. Si cae una bomba al lado de la balsa, no se rompe, no fluye.

-¿Fueron bien construidas entonces?

-Es que los lodos son como si fueran una arena que lleva cal y los restos de los sulfuros, y eso se consolida y se queda macizo, como un mortero. Hay que quitar el miedo de que eso se va a derrumbar y de que generará una ola o tsunami que arrastrará a todos los pueblos. Eso es mentira. Nosotros vamos a depositar más lodos encima y se irán consolidando, como si fueran una playa. Los proyectos se estudian de tal manera que no haya posibilidad -siempre hay, pero es mínima- de que aquello se rompa.

-Habla de riesgo mínimo y no nulo. Dicen los grupos ecologistas que una rotura sería diez veces peor que el desastre de Aznalcóllar.

-Podría hablar mucho de los orígenes de la rotura de Aznalcóllar, que no tiene nada que ver con lo que la gente se piensa. Es una locura de base y fallaron mucho los controles. De hecho, desde aquello precisamente se pusieron nuevos controles. El ejemplo que le pongo a todo el mundo es que cuando hay un accidente de avión, ¿se prohíben los aviones? O en una carretera, ¿se prohíbe la circulación o se arregla ese punto de negro? Efectivamente, hubo un accidente y Aznalcóllar sigue siendo el caballo de batalla, pero la técnica ha cambiado en 15 años y hay que pensar que, si eso sucediese, el primero que se va a la cárcel soy yo. Por la cuenta que me tiene, vamos a hacerlo bien. ¿Qué podría fallar? Una mala operación, una mala supervisión, un error humano, algo que operativamente se hiciera mal durante un tiempo continuo. Que no se controlen los posibles movimientos, que la deposición no sea la adecuada para que el agua se mantenga lejos de la zona de presa, que falle (pasó en Aznalcóllar) la base o los cimientos, que se deslizaron. Pero hay que conocer la geología de cada sitio.

-¿No tiene nada que ver con la base de Riotinto?

-Nada, está históricamente maciza. No va a pasar.

-¿Tampoco es posible un desborde por coronación, por ejemplo?

-Es imposible que el agua rebose, sencillamente porque no ocurre de un día para otro. En Huelva llueve un metro cúbico al año, de forma que si cayera toda el agua de un año en un sólo día y no hubiera una entrada de un río, el agua subiría un metro, no subiría cinco metros. Incluso cuando hemos tenido tormentas en verano el agua sube cinco centímetros o uno. Porque es lo que tiene que subir. Cuando cae una lluvia de cien milímetros, que es una tormenta gigantesca, son diez centímetros. Entonces, esta es la típica falacia que se dice de que las balsas se van a desbordar. Existen unos canales de cintura, llamados perimetrales, que desvían el agua que viene de fuera y no entra. Esto es como una vasija en la que sólo entra el agua por arriba, más el agua que le echas.

-¿El recrecimiento es la opción más adecuada?

-Hay un permiso de recrecimiento que está incluso marcado en la AAU hasta la que se llama la cota probada antiguamente. No se cambia nada más que lo que está aprobado y ahora se están mirando distintas alternativas para la siguiente expansión, porque el proyecto presentado sólo tiene un diseño básico aprobado y si se quiere una expansión hay que demostrarle a la Administración que eso es adecuado. Hay varias alternativas, hasta la opción de hacer otro depósito en otro sitio si hubiera una mina de 25 o 30 años.

-¿Por seguridad?

-No, sino por falta de espacio físico. Tú puedes seguir el depósito actual hacia arriba mucho tiempo pero llega un momento en que es físicamente imposible. Hay varias presas sin usar.

-Hablemos de Corta Atalaya. Alegaciones al proyecto de explotación aluden su inundación.

-Corta Atalaya dejó de funcionar hace más de 20 años y es históricamente importante, pero no somos nosotros los culpables de que haya subido el agua. De hecho, la única posibilidad de que el agua no suba más, e incluso baje, es que el proyecto salga adelante, porque entonces habrá alguien que por puro sentido común y seguridad la bombeará y la mantendrá baja. No queremos que ese agua esté encima de nuestras cabezas. Desde el punto de vista de seguridad y de que se vea la corta, por tema visual, el proyecto es su única salvación.

-Pero, ¿será visible?

-El agua subirá algo más de lo que está ahora, pero la Corta Atalaya ahora mismo existe y lo que no se ve es la parte de mitad para abajo. A unos les gustará más y a otros menos, pero la corta no se la lleva nadie, no se destruye. Está sencillamente a un nivel más alto el agua, con lo cual no se ve el cono del fondo, nada más. Otra cosa importante es que cuando Cerro Colorado esté funcionando y esté acabado, desde el punto de vista patrimonial será bastante más importante que Corta Atalaya. Si se piensa que la corta es grande, Cerro Colorado lo va a ser cuatro veces más.

-¿No es peligrosa la inundación?

-Si tú tapas ciertos túneles -porque se nos exige que no soltemos agua al Tinto- se alcanza un modelo de equilibrio: el agua que le entra por arriba por lluvia menos el agua que se evapora dependiendo de la lámina de agua. Llega un momento en que es como un barreño, se estabiliza, ni sube ni baja porque hay más evaporación que precipitación. Eso es lo que hemos planteado en cuanto a preservación.

-Insisto, ¿eso es seguro?

-Corta Atalaya lleva más de 20 años parada. Tiene dos zonas, una con una roca muy importante que es la que más se ve, la más empinada, y que no tiene ningún peligro. En otra zona, la que es hacia Bellavista, hacia el sur, hay ciertas grietas que se desarrollaron al estar vacía por intento de derrumbe (la naturaleza tiende a volver a donde estaba). Nosotros las estamos controlando, tenemos un programa de control y esas grietas están absolutamente estabilizadas. No hay ningún tipo de movimiento.

-Si hubiera algún tipo de derrumbe, ¿qué harían?

-Lo lógico sería, en ese caso, como sucede con cualquier talud de una carretera, vaciar la corta y rellenarla de tierra en la parte del fondo y volver a poner agua, de forma que contrapusiese el peso del pie con un material que pesara. No vale hacer otra cosa. Pero vamos, nosotros lo más que podemos hacer es ayudar. Si no se pusiera la mina en marcha no habría posibilidades de que esto sucediese. Es la única que existe. Si no hay explotación, el agua saldrá de forma natural hacia el Odiel porque alguien tendría que pagar eso, o ¿va a estar la Administración bombeando constantemente y, sobre todo, tratando el agua?

-¿Van a retirar los residuos del Polo depositados en los 80?

-Los que se puedan retirar, se retirarán. Otros se podrán mezclar con los nuestros en un sitio plastificado y aislado. Y los que haya que llevar a un gestor, se llevarán. Se habla de los ácidos famosos débiles, que no dejan de ser un líquido de ácido mezclado con el ácido normal en la corta. Que me expliquen cómo se tratan, porque sencillamente está mezclado con el agua ahora mismo. En el caso del famoso Tioxide, lo que queda es el resto de haber tratado el ilmenita con ácido sulfúrico, que disuelve todo. Con lo cual, lo que tenemos ahí, si no lo ha disuelto el ácido sulfúrico, mucho no va a soltar. Queda un residuo que no es inerte, pero tampoco peligroso. Y desde luego no suelta mucho más ácido que lo que suelta la piedra natural que nos rodea por todos lados.
 
"Nos limitamos a arrancar el proyecto, da igual el dueño o quién ponga el dinero"
 
 
 
-¿Emed tiene solvencia ?

-Cotiza en bolsa con unos accionistas que tiene mucha solvencia. Por lo tanto, tiene la solvencia económica que le quieran dar sus accionistas, que invierten cuando un proyecto es, a su vez, solvente. Si la china Yanggu Xiangguang Copper (XGC), el fondo de inversión privado de Nueva York Orion Mine Finance y Trafigura apoyan, el proyecto sale, y no tiene ningún sentido que se nieguen a hacerlo porque han estado apoyando hasta ahora. No hay ninguna duda de que entre los tres y el otro cincuenta y tantos por ciento que está en bolsa apoyarán.

-¿Cómo se reparten las acciones después de que Trafigura se hicieran en verano con el 18,18%?

-Trafigura tiene ese 18,18% y los chinos alrededor del 15%. Pero hay una deuda convertible entre los chinos y Orion, que si se transforma en acciones, algo que creo que ocurrirá a final de año, hará que sean los principales accionistas, con un 18%, y Trafigura bajaría al 17%.

-¿No se han planteado una OPA de Trafigura?

-Sí, pero somos una empresa cotizada en bolsa, con lo cual puede ser Trafigura o cualquier otro. Pero la intención de Trafigura, dicho por ellos públicamente, no es esa. Es participar estratégicamente, ya que tienen una operación aquí muy importante y quieren mantenerse ahí apoyando el proyecto. ¿Que quieren acabar en OPA? Habría que preguntárselo a ellos.

-¿Usted que opina?

-Que sencillamente quieren tener una pata en Riotinto, ya que cuentan con una gran mina, buenas concesiones y una estación de mezcla de concentrados en el Puerto. A mí me da igual si quieren comprar. Qué más nos da de quién es el dinero y quiénes son los dueños. Nosotros nos limitamos a poner en marcha el proyecto y lo importante, pase lo que pase, es eso.

-¿Cuánto lleva invertido Emed ?

-Más de lo normal. El problema es que esa inversión ha sido gasto en siete años de permisos, de estudios, así como gastos generales para mantener una infraestructura. Pero trabajo físico no se ha visto. Son 80 millones que no se ven pero están auditados.

-¿Cuánto queda por invertir?

-Desde agosto, con la ampliación de capital de 20 millones de dólares, nos quedan 150 o170 millones de dólares para poner en marcha el proyecto. Esto incluye gastos generales y parte de la ingeniería de la siguiente fase, pero fundamentalmente va dirigido a esta fase. Los estudios de viabilidad hablan de unos 300 millones de dólares en total. Y eso incluye gastos de puesta en marcha o pagos a antiguos dueños. Es decir, no es estrictamente inversión. Vamos, que hay que buscar el dinero.

-¿Cree que se cumplirán los plazos y el presupuesto?

-Con el equipo que tenemos, que es la base, sin duda lo pondremos en marcha. Es gente muy experimentada y nuestros plazos van más adelantados: teníamos previsto finales de 2015 para explotar y serán mediados, lo cual es un avance muy grande y supondrá un ahorro. En el segundo trimestre pensamos empezar a meter el primer mineral en la planta y, si todo se cumple, llegarán las primeras voladuras.

-¿A qué atiende el avance?

-Los anteriores gestores iban a sustituir muchas cosas por nuevas totalmente, pero eso lleva mucho tiempo y dinero. Nosotros creemos que la instalación es muy buena y vamos a repararla y a dejarla funcionando como estaba, adaptándola a los métodos de ahora, nada más. Nos dedicamos a reparar lo que realmente hace falta y a cambiar toda la electrónica y el control de instrumentación. Lo demás no es una labor especialmente difícil.

-¿Electrónica y control instrumental son los grandes escollos?

-Son lo que más tiempo llevan. Antes había paneles de control gigantescos en una sala llena de lucecitas y ahora se hace todo en un ordenador y con una persona que, sentada, arranca, para y cambia velocidades y, otras veces, se trabaja de forma remota.

-¿Qué se hace en esta fase?

-Tenemos a más de 30 contratas cambiando equipos, parte de ellos oxidados o afectados por la parada. Se están limpiando todos los tanques, cambiando la parte de instrumentación y de electrónica. La parte de alta tensión, por ejemplo, no se ajusta a las normas actuales. Estamos preparando cosas de las balsas antiguas y los accesos, acometiendo sondeos de exploración y de preproducción para limitar con más detalle lo que se va a explotar durante los primeros cinco años. Esto no es una construcción nueva: la gente no verá cubas, grúas alzando un edificio.

-¿Es como una rehabilitación?

-Sí, en la que la mayor parte del trabajo pasa dentro de los edificios. No se verá mucha gente alrededor, aunque los aparcamientos están llenos. Y sólo en la siguiente expansión se verá una instalación nueva. Ahora mismo, aparte de Emed -hemos pasado de más de 60 personas a 110 o 115 y seguimos creciendo- hay 120 contratistas pequeños, casi todos locales o de la provincia. Al menos el 80% del empleo será local.

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