miércoles, 23 de junio de 2010

EL MATERIAL ESCOLAR ( ALGUNOS RECUERDOS 6ª PARTE)

Llevo tiempo dándole rienda suelta a los recuerdos; y en esta ocasión quiero detenerme en el material escolar de nuestra infancia…Bueno, en alguno, no en todos, claro.
Sea cual sea este material, todos tenían algo en común, y era que al principio lo cuidábamos como si fuera “oro en paño” y al final del curso no lo podíamos ni ver, máxime si teníamos que “visitar” el colegio en Septiembre.
En fin, espero que recuerdes conmigo algunos de aquellos “tesoros”.
Y si tengo que empezar por el principio, hay que hacer una breve reseña al
“FORRO DE LOS LIBROS”:


El año estudiantil comenzaba con comprar los libros primero (¿te acuerdas de lo de la beca de la empresa?); y con su posterior “forraje”.
Forrar un libro era todo un arte. Bastaba una mínima ojeada al mismo para saber si eras un genio o no.
Lo que se debía de hacer para “proteger” aquel libro, al final era más bien una moda que marcaba los colores del puñetero forro. Recuerdo el sempiterno forro transparente, con unas rayas verticales. Este casi que desapareció con la llegada de los forros de colores amarillo, verde, rojo…
Al final te alegrabas de haber pasado un tiempo interminable forrando, porque siempre acabas tu mismo “pintarraqueando” la portada, para sofocón y disgusto de tu madre.

LA “MALETA”:


Era de lo primero que había que tener, si no podías decir aquello de “Anda, los Donuts”.
Los distintos modelos de entonces se convirtieron mas tarde en deformaciones de la columna vertebral. Por eso hoy me rio cuando veo a los críos con “las maletitas de ruedas”.
Nuestra primera maleta era muy parecida a esto:



A pesar de su tamaño, a pesar de sus horribles hebillas, a pesar de todo, eran algo mas que una maleta del colegio, pasaban a ser un paracaídas, la mochila de un soldado, etc, en cuestión de segundos… Aains, la vieja maleta que siempre quedaba a nuestros pies, porque no cabían debajo de la mesa…

LAPICES Y “ROTUS”:
Una maleta que se preciase debía tener en su interior una buena caja de lápices de colores.


Si no eras el alegre poseedor de una de estas fantásticas cajas, era porque tenías un estuche que solía ser de un color “insufrible”.


Cuando ya había conseguido la codiciada caja de lápices o te habías conformado con el “estuchito”, se te venía el mundo abajo al ver a los amigos con la caja de rotuladores CARIOCA que te hacía cambiar de color, más por las dichosas ganas de tener una que por la calidad de los rotuladores, los cuales se “secaban” a menudo en aquellos años…


Al poco tiempo de que todo esto pasase a engordar a la desdichada maleta, para desgracia de tu espalda y del bolsillo de tu padre, que tras haber lanzado mil y una excusas, acababa por comprártelo todo, previa charla psicológica por parte de tu madre; apareció en escena una empresa que ya llevaba la tira de años en este mundillo…


Si, si, siiiiii; allí estaba, como si fuese un sueño hecho realidad…Los había desplegables, de varios pisos. Yo solo llegue a ver el de dos, pero conocí a uno que tenía un primo que era amigo de otro que dijo haber visto uno de cuatro pisos...


Dios Mio, tenía de todo, tijeras, sacapuntas, rotus, bolis, compas, pequeñas reglas, unas reglas semiredondas que luego supimos que se llamaban “transportador de ángulos, etc, etc… El sueño de todo niño en el colegio.
Años más tarde lo cambiaríamos por el odiado estuche ROTRING, cuyo recuerdo hoy en día me sigue poniendo la carne de gallina debido a mi nula eficacia en su utilización, para desespero de mi recordada y querida profesora de dibujo, Mª Antonia.
En fin, voy a ir terminando este breve repaso a mis recuerdos en este tema, pero sería injusto finalizar sin hacer una mínima mención a..

LAS GOMAS DE BORRAR:


¿Tú conoces a alguien que haya terminado de gastar una goma MILAN? ¿ A que no?.
Raro era que no acabaran partidas a la mitad, llena de pinchazos criminales realizados con saña y malas artes con la punta de aquel lápiz de rayas negras y amarillas, o por la despiadada punta de un compás asesino.
La MILAN 840 (foto 1) era casi un arma de destrucción masiva, pues nos quisieron convencer que servía para borrar el “boli”; y acababa arrasando el emborronado “folio del galgo” que portaba nuestro trabajo especial de Historia, o perforaba sin piedad dos hojas seguidas de nuestro cuaderno de redacciones. Poco después apareció otro modelo que era blanco y gris y que era “algo más suave”. Estos nuevos inventos se solían adquirir en la imprenta “Cerro Colorao”… ya me entendéis…jejeje.

La MILAN 430 (foto 2) era la más normal. Variaba su color, siendo el blanco, el verde y el rojo los más vistos en manos infantiles. Sirvio esta goma para que diéramos los primeros pasos como “restauradores”; y digo esto porque anda que no habremos cortado veces los “picos” de la misma cuando estas se redondeaban e incluso repasábamos con boli sus letras… ¡ Como si se nos fuese a olvidar que era una MILAN !
Esta goma sufrió un crecimiento exagerado y llego a aparecer en un tamaño mucho mayor de lo cual no encuentro ni foto ni datos, pero doy fe de que existió.

Por último la MILAN 612 (Foto 3). Si, la famosa Milan de NATA… ¡ Como nos engañaban! Atraídos por ese olor irresistible acabábamos dándole un pequeño bocado esperando transformar el olor en sabor…y acabábamos escupiendo de formaruidosa, cual “metralleta gangosa”, y después profiriendo maldiciones y exabruptos nada correctos para nuestra edad.

Ya si que termino hoy, recordando uno de los días escolares más felices. El día que fui el orgulloso poseedor de un estupendo y magnífico BOLI DE CUATRO COLORES.


El “no va más” de la ingeniería escolar, la obra maestra de BIC, tras el BIC NARANJA. Ni INOXCROM, ni ninguna otra marca… Era mi boli de cuatro colores. El verde apenas pintaba, pero daba igual, era mi boli de cuatro colores, mio, por fin lo tenía. Me daba igual que mis amigos llevaran con él en sus estuches casi medio curso, aquel era el mio; lo más bonito que había visto en bolígrafos. Quería escribir, quería hacer aquellos trabajos de resúmenes de temas donde desplegaría todo el esplendor de los cuatro colores de mí estupendo bolígrafo de cuatro colores… Llegue al colegio como un flan, quise enseñarlo sin darle importancia, como si fuera algo normal a lo que yo ya estaba acostumbrado. Mis amigos me miraron con cara de extrañeza y de sus estuches super chulos y super guays emergió algo que me hundió:


Creo recordar que me indignación fue tal que casi que llego a acordarme de los difuntos parientes del inventor de tan diabólico boli
Por cierto, la mierda de boli de cuatro colores la estampe, cuando nadie me vio, contra la pared aquella que nos servía para jugar a la canoa…
Ea, pues espero que no se os haya hecho pesao.

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