jueves, 4 de septiembre de 2014

UNA VIDA A CIELO ABIERTO

TEXTO: Mario Asencio Figueras (Periodista)
 
 
El pasado día 2 de Septiembre se Inauguró "Una vida a cielo abierto" en Galería PERI ART Gallery de Lebrija.
Una vida a cielo abierto", es una colección de estilo hiperrealista donde predominan los tonos pasteles y rojizos, recuerda a las antiguas villas de la localidad onubense de Riotinto, localidad natal del artista. Esta íntima relación geográfica que une al autor con su muestra es pieza clave para entender "Una vida a cielo abierto".


En torno al río rojo se desentraña la tierra horadada en espiral, el humo que emana de las teleras de pirita calcinada se mezcla con el vertido por las chimeneas de las fundiciones, que se encuentran cara a cara, como el pueblo nuevo con el viejo en el valle, mientras el vapor del ferrocarril silva en las cocheras de trenes y el manantial vuelve a brotar...
 
Cada elemento, cada lugar, se convierte en la munición que carga el pincel de Juan Manuel Remesal para disparar a la lógica del tiempo y sobreimpresionar en un mismo espacio los ambientes de una identidad que en sucesivas épocas han sido arados, siendo huellas indelebles en el terreno y en el corazón de sus ejecutores y descendientes. De generación en generación se derraman aguas teñidas por el recuerdo que descienden de la memoria al lienzo, del cuadro a la mirada, de la observación al sentimiento, desoldando del pasado a temperatura ambiente las significaciones de una vida a cielo abierto.
 
Y frente al marco penetran en ese momento en cada ser los actores del trasiego perpetuado en el tiempo, manifestando sus formas, reverberando la luz que enciende sus colores, desplegando sus crudos aromas y esencias, amplificando lo inaudible en silencio, trasladando al paladar el pálpito de una armonizada emoción que contiene en una única dirección al menos cinco sentidos, que ha recorrido veinte siglos en un mismo territorio.
 
 
La agitada vida minera se recrea, se reinventa, se comunica, entra en la dimensión del arte. Sobre las marcas básicas del lápiz se despliegan trazos más voluminosos y cada elemento adquiere su textura, su peso y su orden en un jerarquizado hormigueo de pinceladas sueltas, cuyas cabelleras peinan con esmero repetidamente el lienzo, extendiendo riachuelos ocres, lomas con toda la gama de marrones, abundantes rastros rojizos salpicados por cadmio oscuro, melancólicos azules de distinta intensidad, amarillos variopintos,  carmines inadvertidos, erráticos verdosos... Su mezcla va alojando un nuevo aliento en las estampas apegadas a la explotación de la mina, que han ido diluyéndose en macilentas fotografías, desapereciendo del entorno real para anidar en reminiscencias personales. 
 
 

La obra de Juan Manuel cumple con su apasionado afán de recuperar el esplendor pasado en la vitalidad de sus paisajes, esgrimiendo el tamiz de una cosecha propia que desgrana la estética de lo inerte, producto de una destreza que ha crecido en intenciones desde que resolvió con valentía la encrucijada puesta por el destino. Siguió con dedicación las enseñanzas de sus maestros e inició la labranza de un camino propio desde la particularidad de sus circunstancias, avanzando con nobleza sin permitir que la acidez gremial ni otros avatares zarandearan una trayectoria humilde y satisfactoria. Lejos de desfallecer se ha alimentado de cada paso, de cada ánimo y recompensa, y ha sabido mantener la ilusión de quien contempla con esperanza el largo sendero que tiene por delante, consciente a la vez del valor de lo ya recorrido.
 
La pintura ha absorbido su alma y por eso ha logrado abrazar con óleo escurridizos sueños, revelar una expresión a corazón abierto, donde la sencillez, el hombre creativo y sentimental toma la palabra libertad ante la timidez que gobierna al comedido y correcto que suele antecederle en sus movimientos. Y así con reforzadas atribuciones de artista, el tesón de golpear cada puerta con fe ha permitido contemplar fuera de su estudio su mensaje, con el que se han convertido sin buscarlo en embajador de minas de Riotinto, tras no haber dado nada por sabido ni olvidado, tras construir en sus límites su riqueza y hacer de la historia patrimonial de su entorno el personaje principal de su mundo pictórico.
 

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