martes, 19 de abril de 2011

YO FUI UN NIÑO DE LA VÍA GENERAL (17). Por Nicolás Chaparro González

Otro problema no menos preocupante, consistía en que el grueso de las viviendas en la Vía General, precisamente no estaban enclavadas en las estaciones, tenían que desplazarse los esposos, siempre contando con el factor suerte, de encontrarse presente en esos momentos. Pero para avisar del caso a la estación más próxima, tenían que dejar sola a la esposa hasta su regreso y andar entre 2 y 4 kilómetros a la estación más inmediata. Esto suponía, entre unos casos y otros, en las mejores condiciones entre 7 y 8 horas el tiempo de espera para ser atendida una parturienta y en ocasiones hasta 10 y12 horas, según la disponibilidad de la Comadrona. Se dieron casos que hasta el día siguiente no acudió la señora Mercedes, y ya, por lo visto para visitarla solamente y conocer al recién nacido.

En el Túnel de Salomón kilómetro 51, se dio el caso, que la esposa del operario de Vías y Obras Francisco Corralero Moro, se puso de parto y cuando llegó la matrona siempre tarde como de costumbre, al apearse del coche de viajeros que remolcaba una locomotora de vapor para este servicio, esta señora se fracturó una pierna y no pudo asistir a la parturienta, teniendo que regresar urgentemente al Hospital de Riotinto.

Todo esto se podía considerar con cierta normalidad con los consiguientes riesgos que las señoras y sus familiares corrían en todos los casos, Si las situaciones se producían en día Domingo o Festivo, la situación se convertía en un autentico infierno. Estos días las estaciones se encontraban cerradas y con su personal ausente para poder cursar telegramas y si coincidía algún empleado presente en la estación donde el caso se producía, tampoco se podía cursar comunicación alguna ya que, las comunicaciones se hacían desde las estaciones de procedencia del problema a la estación de Berrocal y de esta directamente a la de Riotinto Estación, que si tenía servicio permanente.

Al estar cerrada la estación de Berrocal por día festivo, la población quedaba totalmente aislada y desprotegida.
Los empleados de la estación de Berrocal, al ser hijos de este pueblo, los días festivos lo normal siempre era que se desplazaban a sus segundas viviendas al pueblo, quedando la población de la Vía General supeditada a la suerte divina y si se encontraba alguno presente, tampoco tenía obligación de atender por ser día festivo.

En todas las estaciones, había posibilidades de hacer uso de las líneas de teléfonos directos entre Huelva y Riotinto, pero la Empresa su uso lo tenía completamente prohibido y además estaba la conexión dentro de una caja cerrada con candado y que solo disponía de las llaves el Celador de Telégrafos y Teléfonos, ausente también los días festivos y que ni siquiera los propios empleados de las estaciones, conocían el funcionamiento de las conexiones.
Esta situación también se daba diariamente ya que, al terminar el servicio de trenes, las estaciones se desconectaban y durante la noche la población estaba desprotegida a merced de la suerte.

Después de todo, afortunadamente, no se produjeron casos de partos difíciles con el consiguiente riesgo para la madre y el bebé.
Esta situación duró hasta los primeros años del 1.960, con una población ya mayor.
Los jóvenes nacidos en los referidos años, cogieron otro camino laboral y se fueron librando de estos y otros problemas.

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