Siempre he sido lo mas torpe del mundo en las manualidades. De hecho, yo diría que lo sigo siendo.
Muchas veces, al estar en “las carrozas” recuerdo los trabajos que hacíamos en “la escuela”; y eso es lo que recordare en este post.
Se me agolpan algunos recuerdos de “trabajos infames” que realice en mis tiempos, fruto de las prisas más que nada.
Dicho lo cual, abramos todos nuestro particular baúl de los recuerdos.
Más de una vez guardábamos el cilindro de cartón de los rollos de papel higiénico, luego “arrasábamos” con las pinzas ( o alfileres) de tender la ropa que había en el “super” ( canito y/o SPAR por aquel entonces). Si las existencias se habían agotado en el super, pasábamos al plan “B”; osea, a dejar a mamá sin un alfiler… “ Niño, ¿tu has vistos los alfileres?”…”Mama, que me hacían falta pa la escuela”… “¿ Y los libroooooosss, esos no te hacen faaaaltaaaaaaaa? Que no haces naaaaaaaaaa”… Si, si, ustedes reírse, pero esto seguro que os lo han dicho más de una vez…
Por si no habíamos hecho ya bastante estropicio o “desavio”, cogíamos la tapadera de la caja de los zapatos; que también nos hacía falta; pero, claro, no se como nos las arreglábamos que siempre cogíamos la de la caja de los zapatos nuevos que tu madre guardaba debajo de todas; y misteriosamente, esa pila de cajas nunca quedaba igual que como estaba; con el consiguiente mosqueo de tu madre…”Que lo dejas toooooo por medioooooooo”…”Jue mamá, “tol dia” relatándome”.
Bueno, ya tenemos el cilindro del papel higiénico:
Muchas veces, al estar en “las carrozas” recuerdo los trabajos que hacíamos en “la escuela”; y eso es lo que recordare en este post.
Se me agolpan algunos recuerdos de “trabajos infames” que realice en mis tiempos, fruto de las prisas más que nada.
Dicho lo cual, abramos todos nuestro particular baúl de los recuerdos.
Más de una vez guardábamos el cilindro de cartón de los rollos de papel higiénico, luego “arrasábamos” con las pinzas ( o alfileres) de tender la ropa que había en el “super” ( canito y/o SPAR por aquel entonces). Si las existencias se habían agotado en el super, pasábamos al plan “B”; osea, a dejar a mamá sin un alfiler… “ Niño, ¿tu has vistos los alfileres?”…”Mama, que me hacían falta pa la escuela”… “¿ Y los libroooooosss, esos no te hacen faaaaltaaaaaaaa? Que no haces naaaaaaaaaa”… Si, si, ustedes reírse, pero esto seguro que os lo han dicho más de una vez…
Por si no habíamos hecho ya bastante estropicio o “desavio”, cogíamos la tapadera de la caja de los zapatos; que también nos hacía falta; pero, claro, no se como nos las arreglábamos que siempre cogíamos la de la caja de los zapatos nuevos que tu madre guardaba debajo de todas; y misteriosamente, esa pila de cajas nunca quedaba igual que como estaba; con el consiguiente mosqueo de tu madre…”Que lo dejas toooooo por medioooooooo”…”Jue mamá, “tol dia” relatándome”.
Bueno, ya tenemos el cilindro del papel higiénico:
Los alfileres:
Y un poco de cartón. Ya estaba yo listo. Solo me faltaba la cola, si, aquellos botes de cola con los que te ponías perdidas las manos y luego te los ibas arrancando como si estuvieras despellejando:
¿ Y ahora?. Pues a esperar que alguno que estuviera al lado empezara y así saber que carajo hacer con todo aquello… Ya he dicho que era nulo en esto, ¿no?.
Entonces te armabas de valor y paciencia y hacías el “fantástico e increible” lapicero. Para ello, primero, había que hacer la base. En primer lugar unías las pinzas una detrás de otra, creando una base rectangular, pero al ver como tus compañeros se daban codazos y miraban tu obra maestra entre risas, te decidías a hacerla más bonita…
El resto era sencillo, rodeabas el cilindro de cartón con pinzas pegadas a él, Unías el cilindro a la base, y después dabas el “toque maestro” dándole a todo el conjunto una capita de barniz. El resultado lo mostrabas orgulloso:
Si, al final no le habías puesto la base circular, por varios motivos; porque no te salía y porque no tenías alfileres suficientes.
Terminado este prodigio de imaginación, lo mostrabas orgulloso a toda la clase; y entonces era cuando te dabas cuenta de que habías hecho una porquería. Mirabas atónito a las mesas de tus compañeros, tus amigos, esos que no habían tenido piedad de ti y te habían dejado; otra vez; a la altura del betún mientras te enseñaban lo que ellos habían sido capaces de hacer con las dichosas alfileres…
Y esto lo hacían los más “normalitos”; porque si te ibas a ver lo que habían hecho los mas manitas…
Aiiiinnnnnssssss; si, amig@ de El Atico; así era. En esos momentos era cuando te dabas cuenta de que lo mejor que podía hacer con las manos en el colegio era jugar a Baloncesto, así que mi maestro y amigo Javier (Don Javier) sería quien tendría los sofocones a partir de ese momento, pero eso es otra historia que algún día contare.
Quedan en el tintero mas trabajos manuales de mi época de EGB, como las máscaras, los espejos rayados y pintados, etc, etc… Aunque en la próxima entrega os hablare de mi intento de mejorar mis habilidades en estos trabajos con LA MARQUETERIA…. “casi ná”…
Se que algunos os preguntareis que que fue lo que hice con los alfileres aquel día… conociéndome sabréis que es fácil de adivinar…
Ea, que haya alivio y hasta la próxima entrega.
NOTA:
Las fotos de este post, y las de post similares están sacadas de INTERNET. Si alguien se reconoce como autor de las mismas, no debe dudar en decírmelo para hacerlo constar de inmediato.
No hay comentarios:
Publicar un comentario