Coradino Vega (hijo) nos sorprende con este libro de narrativa, editado por Caballo de Troya: EL HIJO DEL FUTBOLISTA.
Y digo que me sorprende, porque hace ya mucho tiempo que no hablo con el y el ver publicada esta noticia en Internet, primero me ha sorprendido y lurego me ha alegrado.
En fin ; que tendremos que hacernos de un ejemplar del libro cuanto antes....
Un joven se enfrenta a los secretos de su familia y de su pueblo.
El protagonista de esta historia es el hijo de un antiguo futbolista que ejerce como entrenador de un equipo de fútbol regional. Su familia ha crecido en las proximidades de las minas de Riotinto, en Huelva, y ha padecido, en silencio y con una actitud servicial, los excesos paternalistas de las empresas británicas que llevan a cabo la explotación minera. En el instituto, instigado por un profesor que trata de impulsar sus inquietudes culturales, escribe un ensayo en el que se pone en duda «el pasado feliz» del pueblo e indirectamente el comportamiento de sus familiares. Novela de aprendizaje donde el descubrimiento de la realidad, de la amistad y del amor conforman un tejido narrativo de gran fuerza expresiva escrito con especial con acierto.
Este es el articulo que sale en "EL MUNDO.ES" firmado por Alejandro Gándara:
Constantino Bértolo, el crítico y editor de Caballo de Troya, me pasó la novela (cosa que no hace nunca) y me dijo: "Es como 'La media distancia', pero sin soberbia". Y resultó de lo más cierto. 'El hijo del futbolista' (Caballo de Troya), de Conradino Vega (1976), es una narración sin aspavientos retóricos ni sentimentales, a pesar de que se atreve con asuntos enredados y para mí no ajenos: la digestión de los fracasos de un padre, la necesidad de escapar de la pesadumbre y la mediocridad espiritual, el arribismo social ("lucha de clases", diría Constantino), el fracaso colectivo y plagado de mentiras de una comunidad minera (Minas de Riotinto), y el falso lustre de un mundo que parece ofrecer todas las posibilidades y que a la hora de la verdad se las guarda en el bolsillo.
Buena novela, tal vez ejemplar, sobre el paso de la adolescencia a lo otro, escrita con compasión por los personajes, sin rencores baratos y sin la amargura que en este tipo de relatos suele suplir la falta de estilo y de convicción en lo que se cuenta. Sin soberbia victimista, nada más cierto, y sin soberbia épica. Y con la modestia que inculcan los sentimientos que se tienen por verdaderos, o sea, con sensibilidad (salve sea la palabra).
Lo más chocante de esta novela es cómo la España rutilante de estos tiempos esconde en los bajos la España de toda la vida, la pesarosa, mansa y atávica España de la pobreza de recursos y de horizonte. Uno la coloca (fuera de unos cuantos artilugios videosonoros) hace 40 años y se lee lo mismo: una subterránea y trágica corriente que no cesa, o quizá un mal empozado que ahí se pudre.
No es un relato sobre el deporte, ni siquiera es sustancialmente una novela con deporte, pero sí es una novela sobre el deporte como metáfora de las cosas truncadas arbitrariamente, de las mentiras que lo alimentan, de la espléndida corrupción que todo lo toca. Y ninguno mejor que el fútbol (de cualquier liga y división) para mostrarlo. Ya hay que tener valor para meter el fútbol en una narración (sólo tenemos un par de casos en nuestra literatura y no muy elogiables) y sacarlo adelante sin morir sepultado en la caspa. Conradino Vega lo hace perfectamente, hasta sutilmente.
Lo mejor es que las cosas malas y las buenas trascurren en sordina, sin griterío, en un perfecto acorde con el hecho de que, a pesar de todo, la vida merece la pena, con sus trucos, su magia y su desolación.
De modo que muy bien.
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