miércoles, 28 de mayo de 2008

LA TRAGEDIA NOVELADA. ULTIMA ENTREGA

Alfredo Moreno Bolaños para El Minero Digital
- ¿Qué dices, hombre? ¿Qué os case?... Pero… ¿por qué, por qué?...

- Es mi novia y se me muere, Don Antonio. Y… ella lleva en su vientre un hijo mío, y no quiero que suba al cielo sin padre.

El “Choqueto” tenia reciamente asida la mano derecha de la muchacha que se agitaba en convulsiones de agonía.

El sacerdote apremió:

- Pero… si estáis los dos conformes, pues… ya estáis casados.

Rosarito movió los parpados como signo afirmativo, apenas apreciable.

- Yo solo os regalo mi bendición…

- ¡Eso, eso padre!

El mozo insistió en su demanda, ahogado en sollozos que inundaban de lágrimas el ya empalidecido rostro de Rosarito.

El sacerdote, hincado de rodillas, a la altura de ellos, se destocó con la mano izquierda en tanto adelantaba la derecha bendiciéndolos en el nombre del Padre y del Hijo y…

Un disparo de fusil, entre tantos otros, arranco el gorro de la mano izquierda del cura y la bala se clavo en la frente de Roque, quien, en un atroz impulso de vida, se alzó sobre sus rodillas para caer, desplomado ante el sacerdote, envolviendo en su caída el cuerpo ya inerte de la muchacha.

Horrorizado el padre, indignado contra aquello que, de momento él no pudo calificar ni comprender, pero que repudiaba su conciencia de cristiano, se volvió casi a rastras y así, de rodillas como se hallaba, alzó sus espantados ojos hasta el vacío balcón del ayuntamiento y, con los brazos en cruz, los dedos agarrotados como garfios, como los de Cristo crucificado, lanzaba vocativos imprecatorios que, el lamentar de los heridos, los clamores de auxilio de los disparos implacables de los fusiles, impedían oír, entender lo que dijera…

Y aquella oración, digna tal vez de una página de oro en la historia de este pueblo, se perdió diluida entre un gran barullo de dolor: ¡………! ¡………!

Alzado en pie, con todo el erguimiento de su elevada estatura, iba de motón en motón de seres abatidos por el estregón de la masa; auxiliaba a heridos, bendecía a agonizantes, ayudaba a remover cadáveres para rescatar a los que se debatían bajo el aplastamiento…

Algún soldado le encaró el fusil conminándole a abandonar la plaza; pero el sacerdote, en su actitud de entrega total, abría sus brazos y les gritaba tranquilo, casi desafiante:

- ¡Esta es mi misión, muchachos! ¡Tirad, que esa es la vuestra!...

Estas escenas heroicas, emocionadas, dignas de un levantado canto lírico, colocaba, sin duda, una recia traba en las manos de los soldados, porque… a él no llegó ninguna bala.

Sobre su pecho, colgante del cuello, llevaba aquel crucifijo de siempre, el grandote, el despintado a fuerza de besos de los chiquillos y eso… ¡ya era un escudo, ya!

EPILOGO
La iglesia parroquial de Santa Bárbara, hacia donde corrieran desoladas, enloquecidas, las gentes perseguidas por los implacables disparos del 4 de Febrero de 1888, fue construida durante los cuatro a los comprendidos entre 1789 y 1792, y la obra fue dirigida por un arquitecto natural de Burguillos, provincia de Badajoz, y nos duele de veras que su nombre haya huido a nuestras interesadas indagaciones.

El día 5 de Septiembre de 1907 falleció en la villa de Minas de Río-Tinto, provincia de Huelva, España, el presbítero Don Antonio Muñoz Arteaga, a los 78 años de edad.

El cadáver de Don Antonio “el nuestro”, como le llamábamos los mineros entonces, fue enterrado en el suelo del Sagrario de dicha iglesia parroquial. A los 124 años de su construcción, este venerado edificio (donde el novelista recibió las aguas del bautismo) fue derribado en el año 1916 por la implacable exigencia de una explotación minera que es el alentar, el único vivir de una considerable milada de trabajadores de este pueblo y un elevado número de los de alrededor. La nueva iglesia parroquial de Santa Bárbara construida en la barriada de El Valle, fue bendecida el sábado 28 de Abril de 1917.

A este nuevo edificio fueron trasladados los restos mortales de Don Antonio Muñoz Arteaga, depositados bajo la nave central y cubiertos por una losa, cuya inscripción reza así:

BEATI MORTUI, QUI IN DOMINO MORIUNTUR
BIENAVENTURADOS LOS QUE MUEREN EN EL SEÑOR

Aquí yacen los restos mortales del Presbítero
D. ANTONIO MUÑOZ ARTEAGA
Cura párroco que fue de Santa Bárbara de esta villa y capellán de su hospital.
FALLECIO 5 SEPTIEMBRE 1907 A LOS 78 AÑOS
R.I.P.A.

Una calle de esta barriada, hoy capitalidad del Municipio, ha sido rotulada con los apellidos de este sacerdote: MUÑOZ ARTEAGA
Y ahora, heroico lector, sufrido lector, si te arrodillases al borde de la lápida de Don Antonio “el nuestro” en esta iglesia de El Valle y te doblases como para besarla –que no harías nada más justo- escucha a ver si percibes, como de muy hondo y muy confuso, algo así como voces de condenación a aquello del 4 de Febrero, todavía, todavía…

Puede que no sea más que un fenómeno de acústica, o pura ilusión…
Pero por probar nada se pierde ¿verdad?
¡Prueba, lector! ¡Prueba!...
FIN
José María Fontela Granado
Minas de Riotinto 1º de Junio (Corpus Christi) 1961




Agradecimientos a:
Gilberto Hernández Vallecillo
Pedro Real Valdés
Rafael Cortés García
Antonio Costa y familia
Carlos Rojas
Antonio Romero, hijo del pintor nervense Alcaide.

Portada de la obra:

1 comentario:

  1. Muchas Gracias a Alfredo por estas entregas. Mi aplauso mas sincero

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