viernes, 2 de mayo de 2008

LA GUERRA DE INDEPENDENCIA EN HUELVA


Os dejo el articulo de Antonio José Martínez Navarro publicado ayer en el H.I.

LAS acciones de guerra más notables que tuvo la provincia fueron: En 1808 se formó en Ayamonte un Cuartel General de las tropas que no se habían rendido a Napoleón. La propaganda contra los invasores, el proselitismo para aumentar el número de soldados existentes en el citado Cuartel de la bella localidad fronteriza, la comunicación de los hechos más notables que se iban produciendo en la guerra, en definitiva, su órgano de expresión fue 'La Gaceta de Ayamonte', una mera publicación de guerra que aportó aunque sólo fuese un ápice a la consecución de la victoria española.

Manuel Chaparro dejaba escrito el testimonio de un héroe de aquella Guerra:

…Vicente de Letona, juez de las leales Fábricas y Minas de cobre de Riotinto cuando sobrevino la Guerra de la Independencia en 1808. Vicente de Letona, acompañado del tesorero de las Minas, Anastasio José Rodríguez, fue quien organizó, conjuntamente con las autoridades de Zalamea, la resistencia a los franceses. Ya el 10 de junio de 1808 convocaba a los operarios de aquella Fábrica al son de campanas, para salir al encuentro de las tropas galas. Estos enfrentamientos se repitieron, en varias ocasiones, tanto cerca de la frontera portuguesa, como por Santa Olalla y Valverde del Camino.

En esta empresa, el administrador de las Minas equipaba a los voluntarios con armas, munición, pan, carne y vino, y su bíblico tesorero ofrecía las más singulares recompensas. En una ocasión llegó a proponer una gratificación especial si efectivamente le demostraba a su regreso las orejas de los enemigos que matasen, lo que así se verificó, pues fue muerto todo el destacamento francés, con su coronel, coronela y tambor, hasta el número de más de cincuenta.

Acreditándose este hecho con la conducción de las 'ensartá' de orejas enemigas, que condujeron estos vecinos (los de Zamora) en el año 1811.

Letona tomó la asombrosa resolución de pasar a la ciudad de Cádiz para tratar con el gobierno, residente en dicha ciudad, del modo y forma que habría de observar para la subsistencia del establecimiento de su cargo y salvar los cobres finos para bocas de fuego que existían en su Fábrica, cobres que habían sido pedidos desde Sevilla por el, digámoslo así, Gobierno francés.

Por tal motivo se apresuró su salvamento, y para ello facilitó esta Villa y las inmediatas cuantas caballerías se encontraron y fue salvo dicho metal que alcanzaba la cantidad de dos a tres mil arrobas, conduciéndolo a Ayamonte para su embarque, por cuyo hecho vivió siempre comprometida su existencia. Compromiso porque se le formó causa en Sevilla, a instancia del director de Artillería, por sospechoso, causa que las casualidades y acontecimientos de la guerra frustró con sustanciación.

Letona fue uno de los apoyos fundamentales del general español Ballesteros, que operaba en el Condado de Niebla; le tenía depósitos de víveres, arengaba a las tropas, pasaba las órdenes a las guerrillas y facilitaba todo tipo de datos referentes a las fuerzas y números de los franceses.

Naturalmente los invasores no pudieron dejar de percatarse de que Letona era el patriota principal de la Cuenca, por lo que el jefe del Regimiento francés que ocupaba la zona lo llamó a su presencia, lo trató de traidor y de secretario de los rebeldes y lo amenazó con la muerte cierta atado a la cola de su caballo, si averiguaba que abrigaba y dirigía a los bribones a los que debía perseguir con los vecinos y operarios de las Minas.

Respondió Letona que el servicio que se le exigía no debía ni podía ejecutarlo, y que no temía ni al mariscal Soult ni al mismo Napoleón. Añadió estas palabras: "Yo estoy en la Fábrica sólo para cuidar de su conservación"…, y las apoyó dando un fuerte golpe en la mesa, que hizo saltar el tintero y sorprendió incluso al general francés haciéndolo rebajar un tanto su cólera…

Otras acciones de guerra fueron: Aracena el 16 de junio de 1810 contra el General Girard; Huelva, el 13 de octubre del mismo año contra el comandante Remont; Niebla, el 30 de junio contra el coronel Tritzbearde y en Zalamea la Real, el 15 de mayo de 1810, contra el duque de Trevise. Al margen de estos hechos de guerra el partidario Ballesteros, con acendrado espíritu patriota, embarcaba su pequeña tropa desde la Torre Arenilla (casi donde en la actualidad está la Punta del Cebo), para hostigar a los franceses que tenían acuartelamiento en la ciudad de Moguer.

La repercusión económica de la invasión francesa también se notó en Minas de Riotinto. Así, Rodrigo Amador de los Ríos en su obra 'Huelva' decía:

…Los primeros años del siglo XIX fueron fatales para las Minas de Riotinto, únicas explotadas entonces en la provincia, y la escasez de cereales, la memorable invasión francesa, y los desaciertos de la Administración, desde 1804 a 1810, convirtieron en pérdidas las utilidades; la ocupación de Sevilla por los franceses, en 1810, privó al establecimiento hasta de los pocos recursos que de allí se mandaban los años anteriores; y como prefiriese la Administración parar los trabajos a remitir fondos de otra parte, la población obrera quedó sin trabajo ni recursos para alimentarse, y aquellos honrados y laboriosos mineros se convirtieron en cuadrillas de mendigos que invadieron los pueblos comarcanos…

En Almonte, la guerra contra el francés tuvo un carácter especial. Así, en la obra 'Recuerdos del Primer Centenario del Rocío Chico', firmada por 'Un almonteño', se dice:

La invasión francesa de nuestro país (1808-1814), no pasa desapercibida en el mundo rociero de entonces. Ya en Mayo de 1808, cuando la ciudad de Sevilla se alzó contra el invasor francés el 27 del mismo mes. Almonte, representado por su Cabildo secular y eclesiástico y personas relevantes de la sociedad, reunido como era costumbre en la Sacristía de la Parroquia de la Villa firmaron un documento de adhesión con la capital.

Dados los acontecimientos que se presagiaban, la Virgen fue traída a Almonte el día 11 de Enero del año siguiente para que protegiera a su pueblo. Cuando los franceses llegaron a Almonte, la Virgen ya estaba en la iglesia.

A mediados de Agosto de 1810, el ejército francés reclutaba hombres en Almonte para organizar una milicia cívica. Ante los atropellos sufridos, un grupo de 39 hombres del pueblo, asaltaron en la noche del 17 de Agosto de 1910, la casa número 7 de la calle del Cerro (perteneciente a la familia Cepeda y anteriormente a los Ortiz Abreu) donde se encontraba el cuartel general del capitán francés Pierre D'Ossaux, dándole muerte junto con otros cinco soldados franceses.

El mariscal Soult, jefe de las tropas de Andalucía y que se encontraba a la sazón en La Palma del Condado, ordena en represalia al día siguiente, 18 de Agosto, enviar una partida de 800 infantes para que saquearan, degollaran e incendiaran el pueblo de Almonte.

Ante ello, los almonteños se encomendaron a su Patrona y ante la inminente masacre, pasaron la noche del 18 al 19 de Agosto junto a la Virgen pidiendo su protección, mientras que los cabildos eclesiásticos y secular de la villa estaban presos. De forma inexplicable, los 800 infantes jamás llegaron ya que recibieron la orden de volver, salvándose la población del castigo francés. Apagada la sed de venganza, se conmutó la sentencia por un impuesto dinerario…

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